PREGUNTAS Y CONCEPTOS
LA EQUIVOCACIÓN COMO
PARTE DEL CRECIMIENTO
EL TIEMPO Y LOS DESEOS
El valor de
considerar cualquier pensamiento, cualquier acción o cualquier deseo, dentro de
un concepto intemporal, es que no lo estaremos condicionando con perentorio plazo de cumplimiento, hecho éste que obstruye cualquier resolución, cualquier
concreción, inclusive postergándolo indefinidamente.
La
intemporalidad utilizada como disciplina de nuestra mente, posibilita que al no
estar pendientes de determinados tiempos o plazos para el logro de un objetivo,
de un deseo, éste se manifestará dentro de un Orden Divino y perfecto, más allá
de cualquier temporalidad.
Cuando
accionamos en este sentido, dejamos total libertad para que el Universo se
exprese, y es inexorable que esto suceda de este modo y de la manera más
adecuada y ajustada a nuestra razón de ser, a nuestro estado de consciencia, a nuestro plan evolutivo.
Al obrar
entonces con total desapego de “los tiempos” en relación a nuestros deseos de
qué queremos ser, hacer o tener, dejaremos actuar en el “no tiempo” a las energías del
subconsciente, las que alineadas a la Conciencia del Ser, nos permitirá
obtener los cambios esperados, en el momento más propicio para nuestra evolución.
¿ DESDE DONDE BUSCAMOS LA ESPIRITUALIDAD?
Cuando hablamos de reemplazar la visión horizontal, lineal (con
pasado, presente y futuro) por una
alineación vertical (Por darle acaso una dirección, que tampoco es tal);
y si entendemos a ésta última como un modo de acceder a la Fuente Creadora, a
Dios o como quieras llamarle, sería en vano este intento si lo que deseamos
solo pasara por querer ser mas etéricos, mas espirituales, desprendiéndonos de
la densidad de la materia, de su significado, a la cual observamos como una
carga difícil de transportar, una
mochila llena de consecuencias, de experiencias que nos presionan cada día y
que no nos permiten ser felices y prósperos.
Pues bien, al intentar ser “más espirituales”, estamos
desconociendo por un lado que somos espíritu (No podemos ser más o menos
espirituales si somos espíritu) y por otra parte no estaremos valorando nuestro
estado físico, atómico, molecular, en
esta dimensión donde estamos transitando esta experiencia; es desconocer una
parte nuestra que si bien es temporal, finita, no por eso es menos real dentro
de este sueño en que vivimos. Y es tan real que todo el tiempo nos está dando
señales de su existencia, ya sea con síntomas físicos, emocionales, con las
necesidades fisiológicas diarias, con las relaciones e interacciones con otras
personas y con el medio donde nos movemos. Es decir que este vehículo que
habitamos requiere atención, dedicación y reconocimiento, requiere ser
valorado.
Para vivir lo etérico tenemos toda la eternidad, como se dice
comúnmente; mas para vivir la fisicalidad nos hemos otorgado un tiempo más o
menos largo, pero un tiempo en fin.
La mejor manera de acceder a la espiritualidad estando en
este plano de consciencia, es reconocernos primeramente humanos y reconocer que
nuestra humanidad es una experiencia de ese ser espiritual que somos, alineado
a La Fuente, al Creador; unidos en una misma misión, con un mismo sentido y de
ninguna forma separados. Si pretendemos ir a buscar lo espiritual, lo estaremos
poniendo afuera nuestro, y no podemos ir a buscar afuera lo que Es dentro
nuestro, porque no lo hallaremos. La espiritualidad ha de buscarse dentro de
uno mismo, con los envoltorios físicos y no físicos que nos hacen quienes
somos, como punto de partida hacia esa alineación arriba/abajo, por llamarla de
alguna manera ya que en realidad solo existe el arriba y el abajo en esta
dimensión, más para nuestras creencias es dable utilizar esta perspectiva. Solo
debemos despertar la espiritualidad dormida en cada uno de nosotros, el Ser nos
espera paciente desde siempre, espera ser re-descubierto en cada uno con
paciencia infinita.
La verdadera espiritualidad se da reconociéndonos espíritu
en un viaje por la materia y como un nexo entre “el cielo” y la tierra, como
conformado en estas dos manifestaciones; lo denso y lo etérico, la materia y lo
espiritual, lo subjetivo y lo objetivo. Solo así, sabiéndonos espíritu, mas
reconociéndonos tierra, es cuando podemos comenzar a reconocer, asumir, aceptar
y trascender todas aquellas experiencias que hemos pactado venir a experienciar
y desde ese punto de consciencia entregar al Universo lo que haya que soltar,
para comenzar a sentirnos artífices de nuestro destino y no víctimas de un afuera castigador, para empezar a sentirnos
mas livianos, mas etéricos mientras tenemos nuestros pies conectados a la
tierra, ya que nos habremos quitado las mochilas que nos presionaron, nos
aplastaron y no nos permitían prosperar, evolucionar y crecer, las que no nos
dejaban expandirnos; es decir que haremos uso consciente de nuestro albedrío.
Aquello que buscamos, también nos está buscando a nosotros,
y el punto de convergencia está dentro nuestro, allí está el Ser que nos
habita, aquel que existe en una morada eterna y que sin embargo sueña en el
cuerpo.
Al alinear nuestra frecuencia conscientemente, con esa Conciencia Universal
comenzaremos a vibrar al unísono y nuestra experiencia física estará completa
de espiritualidad, reconociendo que Dios, el Espíritu, o como quieras llamarlo, nos habitó siempre, mas
ahora estamos en la misma frecuencia manifestándonos. Será entonces cuando
valoremos esta experiencia, esta expresión física y terrena, ya que la
reconoceremos imbuida de Espíritu con un sentido de expansión, de trascendencia y de eternidad.